sábado, 5 de junio de 2010

Bad biology (Frank Henenlotter, 2008)


"Dios quiere follarme"


A lo largo de la historia de la crítica cinematográfica, se ha puesto muchas veces en la encrucijada la paradoja literaria. El cine llegó a tiempo para ser comprendido, pero casi nunca lo ha sido y, cuando lo ha sido al nivel de la creación, ha chocado con la visión del espectador, profundamente marcado por la costumbre literaria. La magia del cine, decía Alain Resnais hace poco, es el momento en que los personajes echan a bailar y a cantar y hacen desaparecer cualquier norma que los ate a la costumbre, a la trama. La literatura no sabe cantar a la manera del cine, no sabe centrar un cuerpo sin psicología a la manera del cine. Literatura y cine, en su definición básica, son cosas absolutamente diferentes o complementarias. Una se rige por el tiempo; la otra por el espacio. Y, si es cierto que vivimos en la era del espacio y no del tiempo, no habría mayor logro cinematográfico (todavía hoy) que el paso de la imagen-palabra a la imagen-símbolo.



Con esta introducción un poco superflua y facilota, quiero hacer una pequeña defensa de la serie B, serie Z, cinema Bis, o como quiera ser llamado ese cine casi siempre menospreciado que ofrece la transformación de los límites de nuestra sociedad en poéticas casi siempre toscas, directas, carentes del refinamiento de la palabra. En palabras de Adrian Martin: "lo que Georges Bataille llamó “la experiencia del límite”, el cine en su punto de ruptura, que pasa de la maestría y la disciplina a la imperfección y el exceso". Vuelvo a generalizar, pero es difícil encontrar fuera de ese cine impuesto como segundón de la cultura, visiones de la perversión contemporánea como la que muestra Frank Henenlotter en su Bad biology (2008). Debo reconocerme un absoluto ignorante del resto de la obra del americano, pero si debo guiarme por esta película, diría que ha comprendido como pocos el poder del movimiento, de la dinámica, para aplastar cualquier argumento literario. El movimiento como acción de sobredimensionado de la estupidez contemporánea, pero sobre todo como expresión de la impotencia. Al cortar la capacidad de reflexión del espectador a base de golpes de violencia y humor negro, Henenlotter consigue que su película quede expuesta a la más primitiva forma de pensamiento: la sensación.



La reacción ante una obra como Bad biology no puede ser expresada en los términos de la crítica a la que estamos acostumbrados. Conceptuar es absurdo cuando la trama que se nos presenta es la siguiente: una fotógrafa con siete clítoris está destinada a cruzarse con un chaval cuya polla gigante es capaz de pensar por sí sola. Ella se queda embarazada cada vez que se acuesta con un hombre, y a los pocos minutos pare un engendro destinado a una muerte súbita; él necesita drogas cada vez más potentes para mantener a su polla tranquila. Cualquier intento de reflexión sobre la mitificación del sexo o el egoísmo sería profundamente básico ante una trama que busca sin parar enfrentar la sensación con cualquier intento de coherencia. Y, como de costumbre en estos casos, es difícil evitar la mirada escéptica del cinéfilo baziniano: ¿por qué aceptar los términos de un cine que defiende la basicidad como medio de llegar a la sensación? Quizás por que es el que mejor nos representa, quizás porque reivindica la posibilidad de mostrar sin demostrar, quizás por su capacidad de despreciar cualquier concepto literario y ser, sencillamente, cine. Termina Adrian Martin el artículo antes citado comentando que “la basura vanguardista como la suya (la de Schroeter, en este caso) es política: te obliga salir de tu zona de confort” Esa zona de confort -añado quizás con demasiada prepotencia-, a la que también ha ayudado a acostumbrarnos un cierto cine refinado y conceptualista. ¿Cuándo se nos ha olvidado el placer inmenso de observar y alucinar?



2 comentarios:

  1. Una se rige por el espacio, la otra por el tiempo.

    Tu primer párrafo "facilote" y "superfluo" resume en pocas palabras, y de manera sencilla y lúcida, lo que se me pasa por la cabeza tras alguna que otra peli. Con "Solaris", por ejemplo. Pero nunca había sabido o me había parado a conceptualizarlo.

    "Zona de confort", puede ser tan amplio, una manera mucho más visual, mucho más potente de decir "convención". La voy a usar.

    El poema que me mandaste no me gustó, ya sabías que no me iba a gustar. Y no tengo ni idea de si es muy bueno o muy malo. Ah, y lo rige el espacio, sí, pero no has logrado desvincularte del tiempo. ¿Era esa tu intención? ¿No?. ¿Podrías hacer eso? ¿Se puede? ¿Lo ha intentado ya alguien?

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  2. Petente, me lei el texto y me parecio muy bueno, este blog es tuyo? Gracias por los comentarios, estaba de viaje acabo de regresar, muy bien por Henelotter, un abrazo.

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¿cuánto has tenido que andar hasta aquí?