martes, 9 de noviembre de 2010

El modelo y el tipo (II)

Establecer conexiones en el cine no es siempre fácil, porque el espectador también está sujeto a las normas del azar y de la distribución. Hace un par de años, me sorprendía que ningún crítico evidenciara las relaciones directas (a veces incluso demasiado directas entre Entre les murs (La clase, Lurent Cantet, 2008), y la maravillosa y olvidada La pyramide humaine (Jean Rouch, 1961), otro falso documental sobre una clase de jóvenes blancos y negros en Costa de Marfil. Aquella película fundamental no negaba los logros de Entre les murs, pero contextualizaba la película de Cantet más allá de una falsa idea de originalidad. Muchas de las ideas del filme de 2008 estaban ya en la película de Jean Rouch, y se establecía así un interesante diálogo entre épocas e ideas. El proceso contrario, el de desconocimiento de las formas de diálogo adquirido, se da con mayor frecuencia. Electra glide in blue (La piel en el asfalto, James William Guercio, 1973) es una incalculable reflexión que trabaja sobre las imágenes primitivas de The searchers (John Ford, 1956), no ya actualizándolas, sino descomponiéndolas y transformando lo que tienen de esencial y de descubrimiento en una nueva manera de mirar. Lo que Electra glide in blue tiene de obra mayor, no es tanto la comprensión del tipo como la necesidad de diálogo con una época desaparecida, ya irrecuperable. Las conexiones pasan no tanto por la aceptación de la forma primitiva como por el diálogo crítico con un tiempo pasado, cuya comprensión es necesaria para llegar hasta el presente. Hay ejes en el cine, porque un avance ideológico no puede aceptar el olvido sino la comprensión. A cada tiempo su arte, y a cada arte su libertad, pero también cada tiempo viene compuesto por varios anteriores, cada arte arrastra logros, cada libertad se tuvo que ganar. Me gusta pensar en la conexiones porque sólo así puedo creer que hay ideas razonables a través del tiempo. Me gusta empezar en Un chien andalou (Buñuel y Dalí, 1929), continuar en Meshes of the afternoon (Maya Deren, 1943), de ahí pasar a Leo es pardo (Iván Zulueta, 1976) y su inevitable fruto, Arrebato (Zulueta, 1979), y me gusta pensar que lo que cuentan no ha caducado porque ahí está Inland empire (Lynch, 2006), que bebe de todas, para demostrar que el cine sigue tragando imágenes que tienen su propia lógica, por mucho que algunas de sus premisas sean inigualables y por mucho que cambien las cosas. En fín, sí: A cada tiempo su arte, y a cada arte su libertad, pero es nuestro deber como espectadores tratar de comprender lo que nos ha traído hasta aquí.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿cuánto has tenido que andar hasta aquí?